A la industria automovilística nacional se le habían pegado las sábanas durante años y cuando por fin despertó en los 60, lo hizo a base de licencias italianas de utilitarios. La televisión trajo la boda de Fabiola, pero también la necesidad imperiosa de comprar a plazos lavadoras, ollas express, pisos y, por supuesto, 'el' coche. Así que las cuatro ruedas seguían siendo todo un lujo. ¿Y los deportivos? Desde luego, no encajaban muy bien con el modesto objetivo de casi todos: trabajar y llevar a la familia de vacaciones.
el pelo y conducir un deportivo italiano... Pero los mejores deportivos seguían siendo algo exótico.
Aston Martin DB5 descapotable |
Habrá que dejar atrás la crisis del petróleo de 1973 para que los fabricantes no se limiten a las versiones racing de modelos consolidados (Seat 124 Sport Coupé, Renault Fuego, Ford Capri, Opel Manta...) y se decidan a 'engordar' motores y carrocerías también en España. Entrados los 80, nuestras carreteras se acostumbraron a ver auténticos deportivos (Porsche 911, Chevrolet Corvette, Mercedes SL), una tendencia que ha ido creciendo hasta hoy. Pero uno no termina de habituarse a ver estos deportivos por la calle.
Seat 124 Sport Coupé |
Mi primer flechazo con un biplaza coupé tuvo lugar cuando sólo contaba cuatro años. Iba andando hacia la playa y me quedé prendado de un Lamborghini Miura de color amarillo.
Como mi capacidad financiera era nula, mis padres hicieron las gestiones oportunas para adquirirlo y custodiarlo hasta que fuera más mayor. Así fue como conseguí mi primer clásico... ¡a escala 1:18!.
Hoy lo aparco en un lugar privilegiado de mi habitación y, cuando nadie me ve, lo hago rodar por el escritorio y meto el dedo por la ventana del conductor para poder girar el volante.
Nunca he visto uno de verdad, pero mientras espero el día de encontrármelo conduzco orgulloso mi Corsa del 83 por las carreteras de España formando parte de la escudería Levante Ras.
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